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La espantá de Zjeta
Los
sevillanos tienen su madrugá y ahora la política española tiene su espantá. Una
espantá a lo Curro Romero cuando el
morlaco se gastaba cuernos del catorce. Esa es la que ha pegado el estimado Zetajeta, después de jugar; como niño en
patio del colegio; a “te la llevas”. Ahora me voy. Ahora vengo, que guapo soy, que gracia tengo. Los ciudadanos
se lo han agradecido. También algunos allegados
políticos que no deseaban acompañarle en su caída cuando comprendieron
que estaban ante una mojama (políticamente hablando), una momia azteca disecada
y con la ceja en salazón. Los delfines, barones y demás señoríos permanecen al
acecho del poder y con el colmillo afilado, destilando ponzoña (políticamente
hablando) para eliminar los posibles obstáculos. Zcaspa se nos va y nos deja huérfanos de milongas y cantinelas de
madrugada. Echaremos de menos su verbo hábil, su bonhomía desbordante, el triangulo
equilátero de la ceja. ¿A que sol se arrimarán ahora el artisteo de La Zeja ? Siempre
nos quedará París, o lo que es lo mismo, siempre nos quedará la Sinde ,
la Ministra
de Cultura que intentó acabar con la
cultura en Internet. ¿Podrá vivir el ciudadano sin las soflamas encendidas de
este hábil orador, creador de cantinelas varias, de letras de tango arrabalero
que enmascaraban la realidad? Será difícil la supervivencia sin este sumo
sacerdote capaz de transformar el agua
en vino y vendértelo como reserva a precio de oro. Nos sentimos huérfanos de Zcaspa. Tanto tiempo acompañando
nuestras cuitas con sus promesas vacuas, oficiando la ceremonia del embuste
cotidiano y la descalificación ajena, se había convertido en algo familiar. Es
extraño que las masas encendidas no se lancen a la calle pidiéndole a su
profeta que no se vaya, que las muchedumbres no hayan invadido la Cibeles , como si de una
Copa del Mundo se tratase para solicitarle a este delantero que no siguiera
colocando goles en propia portería. Zruina
se nos va. Y lo hace por la puerta grande. Camino de una jubilación dorada, y
llamando bellacos a aquellos a los que
les ha quitado sus derechos adquiridos para pagar el resultado de sus milongas.
Hay que tener un Master en bellaquería o ser un inconsciente, o simplemente
vislumbrar el futuro con mansión de lujo, sueldazo y chófer del que comenzará a
disfrutar en breve. En tanto, aquéllos que ha masacrado, no volverán a
recuperar poder adquisitivo en la vida. Luego llegarán las palmaditas en la
espalda de alguna multinacional que le ofrezca una pasta por hacer de consejero
(cierto es que puede aconsejar, como experto, sobre modos y maneras de arruinar
un país) y el resto del mundo se habrá olvidado de Zlapa. Preocupados en llegar a fin de mes. Otros problemas inmediatos
nos ocuparán y nos iremos olvidando del autor de nuestras congojas. Una jugada
maestra. Quizás el único pecadillo de Zapatero haya consistido en ser un panoli
(políticamente) que se ha creído a si mismo. O quizás se lo hayan hecho creer
sus acólitos, ensimismados en ese culto a la personalidad (ya muerto y enterrado),
que ha caracterizado el nefasto Zapaterismo. Si extrapolamos el caso ZP a una
empresa privada, la historia será fácilmente comprensible para los que todavía
dudan. Imaginemos una empresa que asciende a un alto cargo a uno de sus
trabajadores, le da los medios y las posibilidades para fomentar la marcha de
la misma. El fulano se dedica a la dolche
vita y a dilapidar el dinero de la empresa. La hunde en la ruina absoluta y
con sonrisa profidén sigue
prometiendo y echando la culpa a otros. Como recompensa, la empresa le jubila
con un sueldo obsceno y nivel de vida obtenido en base a su eficacia y
efectividad en el cargo. Si señor. Con dos güevos.
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