14:19 -
No comments
EL CUENTO DEL FILÓSOFO
Cuentan que en la antigua Hélade (Grecia para los amigos) un
grupo de discípulos departía todos los días en el Ágora con su maestro, un
anciano filósofo al que veneraban y también respetaban (eran otros tiempos). El
Maestro tan sólo manifestaba una manía u obsesión que consistía en ubicarse en
el centro geométrico del lugar que ocupasen. De este modo si departían en una
esquina, el filósofo se situaba en el centro y sus discípulos amablemente (ya
dijimos que eran otros tiempos) a ambos lados para departir sobre lo divino y
lo humano (que no es moco de pavo). Así desarrollaban sus cuitas un día tras
otro. Adoctrinados en el arte de la urbanidad y la tolerancia (otros tiempos,
vaya) a ninguno de ellos se le ocurrió nunca preguntar o simplemente comentar
acerca de la decisión un poco obsesiva-compulsiva de su mentor. Pero como en
todas las sociedades cuecen habas, es acostumbrada la aparición de un iluminado,
un cantamañanas o un simple inútil (que posteriormente alcanzan puestos eminentes),
que no alcanza a comprender la importancia del silencio. De este modo el
díscolo alumno un día osó preguntarle al maestro acerca de su inocente
obsesión. El maestro sonriendo ante la osadía y con urbanidad exquisita (no
recuerdo si he dicho que eran otros tiempos) apretó afectuosamente el hombro
del osado y le indicó con el índice.
-¿Quieres saber por
que siempre me sitúo en el centro geográfico de las cosas. Es muy simple (cacho
patán, pensó) –contestó sonriendo- Cuando
estas en el centro de algo, comprendes que todo lo demás, queda en los extremos. Por mucho que traten de
engañarnos la geometría no falla.
El alumno se retiró a
meditar, babeando copiosamente, sobre la profundidad de la frase del Maestro
que sonrió mirando a su alrededor.
PD: Dedicado con cariño al bipartidismo político, generador
de coaliciones bastardas y alianzas contranatura. O donde dije digo, digo
Diego.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.